A partir del siglo XII, en Uncastillo, la comunidad judía disponía de un barrio propio vertebrado en torno a un eje central conocido como la Carrera Mayor y renombrada en 1492 como Barrio Nuevo después de su expulsión. Se caracteriza por ser de menos anchura que las calles colindantes de los barrios cristianos y confluye perpendicularmente con estrechos callejones, denominados callizos o gallizos, con o sin salida, que cumplen fines diversos como adarves de desagüe, conexión con la fortaleza o acceso a las viviendas.

El barrio es un espacio dotado de una gran personalidad, delimitado mediante portales que se situaban en ambos extremos de la calle, para cerrar el barrio cuando así se ordenara, así como pequeños trenques laterales en las bifurcaciones que conducen al exterior. Perdura a día de hoy el arco de medio punto adovelado que emboca con el gallizo de Valero y los huecos donde se atrancaban las puertas en el extremo sur de la calle Barrio Nuevo.

Las viviendas se alinean a modo de largas hileras poco profundas, adaptándose a las curvas de nivel, cuyas viviendas expresan su nivel social: arcos de medio punto en piedra caracterizaba a las elites como mercaderes, financieros, médicos, etc, y dinteles de madera las clases más modestas como zapateros, tejedores, curtidores, etc.

La Fundación Uncastillo recuperó recientemente parte de la sinagoga. Fue construida en la segunda mitad del siglo XIII. Además de cumplir su finalidad religiosa, incluía el horno de la comunidad, un huerto y un columbario o palomar. También acogía las reuniones de los adelantados que regían la vida social y judicial de la aljama.

El ingreso se realizaba a través de un patio (azara), donde había una pila de agua para la ablución. Desde aquí, se accedía a la sala de oración a través de dos puertas, una para los hombres en la planta baja y otra que conducía a una galería superior, o matroneo, destinada a las mujeres.

Tras la expulsión de los judíos, el concejo de Uncastillo compró el inmueble, propiedad del Rey, para albergar la sede del concejo municipal. Una vez construida la actual casa consistorial renacentista, sesenta años más tarde, fue compartimentado y nuevamente vendido, motivo por el que hoy sólo podemos visitar una pequeña parte del espacio sinagogal, estando el resto ocupado por viviendas particulares.

En las excavaciones realizadas a partir 2004 encontraron algunos objetos, como el gran recipiente circular de piedra para baños de purificación, una cerámica con la estrella de David, posiblemente parte de una vajilla ritual, y las impresionantes columnas embutidas en el muro. Los indicios arquitectónicos nos permiten suponer que se trataba de un edificio de varias naves, dos plantas de altura y cubierta ligera de madera. Se orientaba hacia Jerusalén, de tal manera que en el muro este se dispondría el hejal, armario donde se colocaban los rollos de la Torah.

Las excavaciones también han dejado al descubierto unos silos excavados en la roca durante la ocupación musulmana, en el siglo IX.

El cementerio judío se halla extramuros de la villa, al que el cortejo fúnebre llegaba atravesabando el Puente de los Judíos. La simbología de este trayecto estriba en traspasar, cruzando el puente, esta vida hacia la otra. Esta necrópolis conserva unas 150 tumbas intactas excavadas en tierra o perforando la roca, cubiertas mediante lajas rectangulares.

Para más información puedes ver o descargar la Guía de la Judería de Uncastillo

En la web de Fundación Uncastillo también encontrarás más información

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